martes, 7 de diciembre de 2010


Lo había visto sólo una vez y había bastado para comprender que era lo más hermoso que existía en este planeta. Ese día, en que lo vi tan perfecto, esbelto, envuelto en sus prendas, envuelto en ese carisma que me llamaba a gritos hasta en la distancia y su sonrisa rebosando diamantes, ese día decidí que sería mío. Que lo conquistaría fuese cual fuese el precio. Ese día caí en la cuenta de que me había enamorado de la persona más imposible que pudiese existir en este universo. Ese día decidí que el sería el infierno en el que masoquistamente me gustaría arder. Y ¿que no haría por el?. Ese día entendí que él era la personificación del sufrimiento para mí, era el diablo disfrazado, esperándome para burlarse de la muerte a mi lado. Ese día sonreí porque si algo me mataba iba a ser su amor.

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